La educación es a todas luces la semilla del futuro de una nación, y me apena ver en muchos aspectos el rumbo que está tomando España. Aun a riesgo de ser malinterpretado, si me diesen a elegir entre una educación al estilo "si es necesario se le dan al niño un par de tortas" y "fomentar las capacidades psico-emocionales del alumno tutorizando su desarrollo educacional mediante la construcción de un módulo formativo personal que priorice el desarrollo de su transición a la vida activa según sus capacidades actitudinales, incluyendo la enseñanza de contenidos transversales en sus segmentos de ocio", pues qué queréis que os diga. No es falta de comprensión mía, son ganas de tocar los cojones. Que en este país siempre sacamos la sonrisita de "pardillo..." cuando vemos fracaso a nuestro alrededor, pero luego nadie quiere tomar la responsabilidad si es más fácil acuñar la excusa de que el presupuesto no fue suficiente para implantar el nuevo plan.
El Sr. Berlusconi a lo
Tommy Lee Jones
Un poco como resultado de todo esto tenemos el inexplicable éxito que aún tiene Crónicas Marcianas. La cosa empezó hace tiempo ha como algo marginal (Arús, Pepe Navarro), en cierto modo sano desde el punto de vista de la diversidad. Pero la situación no ha hecho más que agravarse. Y mi frustración no va por Sardá ni Cárdenas, ni los habitantes de la casa de Gran Hermano o sucedáneos. La forma de ganarse el pan es personal y está allá donde lo permitan las circunstancias. Lo mío va por la audiencia, esos dieciocho millones de personas que sustentan el circo. Aún después de tanto tiempo en antena yo sigo en la fase de negación, no puedo concebir que tanta gente vea el programa entero.
En el título indicaba tres cosas pero con vuestro permiso la tercera me la voy a guardar. Tiene que ver un poco con la intolerancia, prejuicios, independentismo y demás consecuencias de una sociedad en general, y de una mente en particular, cerrada y engañada. Porque si empiezo a más de uno lo que tengo que decir así a bote pronto le van a sonar a tonterías, y para andar hiriendo indiscriminadamente prefiero tomarme unas cañas en un bar y charlar tranquilamente del asunto.
Que a todo esto se echa de menos la oreja... *suspiro*
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